En el vasto campo de la psicología, existen diferentes teorías y modelos para entender cómo funcionamos a nivel emocional. Un modelo muy influyente es el propuesto por el psicólogo británico Paul Gilbert, conocido por sus contribuciones a la terapia cognitiva conductual y por el desarrollo de la Terapia de Compasión Focalizada. Gilbert propone tres sistemas de activación o regulación emocional que interactúan y nos ayudan a responder al mundo que nos rodea.
Sistema de Amenaza y Autoprotección
El primero de los tres sistemas de activación es el sistema de amenaza y autoprotección. Este sistema emocional, basado en nuestra evolución como especie, está diseñado para identificar amenazas y activar respuestas de lucha o huida. Nos ayuda a protegernos de situaciones de peligro, desencadenando emociones como el miedo, la ansiedad o la ira.
Sistema de Impulso o Logro
El segundo sistema que Gilbert identifica es el sistema de impulso o logro. Este sistema motiva la búsqueda de recursos y logros, y está vinculado a la competencia, la ambición y el estatus social. Este sistema nos impulsa a alcanzar metas y obtener recompensas, desencadenando sentimientos de satisfacción y éxito.
Sistema de Calma y Satisfacción
Por último, pero no menos importante, está el sistema de calma y satisfacción. Este sistema regula nuestros sentimientos de tranquilidad y contento, y nos proporciona la capacidad de relajarnos y sentirnos satisfechos. Además, este sistema fomenta la atención y el cuidado hacia nosotros mismos y hacia los demás.
La Terapia de Compasión Focalizada, desarrollada por Gilbert, tiene como objetivo ayudar a las personas a equilibrar estos tres sistemas emocionales para mejorar su bienestar emocional. El objetivo es poder enfrentar y superar los desafíos de la vida con mayor compasión y empatía, tanto para uno mismo como para los demás.
En resumen, los sistemas de activación propuestos por Paul Gilbert son fundamentales para entender nuestras respuestas emocionales y comportamentales. La interacción entre estos tres sistemas influye en nuestra percepción del mundo, nuestras relaciones y nuestro sentido de la autoestima. Al entender estos sistemas, podemos aprender a regular nuestras emociones de manera más efectiva y mejorar nuestra salud mental y bienestar emocional.